Jaime Garzón: su legado vive en la comunicación popular

Columna de opinión sobre el legado de Jaime Garzón para la comunicación popular en el país y el mundo, donde destacamos su formato, tono y la capacidad crítica de analizar y compartir con las audiencias reflexiones profundas por medio del humor, la sátira y la opinión.

 

“Creo que si uno vive en este país tiene una
tarea fundamental que es transfirmarlo”
– Jaime Garzón

Pensar en exponentes del periodismo y la comunicación en Colombia, que más allá del rigor y de la técnica, desarrollaran ejercicios críticos, es tarea difícil debido al auge de periodistas que independientemente de su trabajo son facilmente seducidos por el poder; y con los años, cada vez más, también al deterioro de la labor periodística en manos de las corporaciones mediáticas que editorializan los hechos desde sus intereses económicos. Sin embargo, volviendo a pensar en la cuestión inicial, lo fácil es remitirnos automáticamente al personaje, o mas bien, personajes, traidos en vida por nuestro amigo y colega Jaime Garzón.

Con su estilo único y sus narrativas transgresoras, Jaime revolucionó el oficio periodistico en Colombia haciendo aportes significativos de fondo y de forma para la comunicación popular. Logró adaptar los lenguajes cotidianos de las mayorías, haciendo del humor y la ironía,  propios de los sectores populares, las herramientas con las que narraba las realidades del país. Con sus actos no solo entretenía, sino que educaba, informaba e invitaba a la reflexión sobre situaciones cotidianas y las dinámicas del poder, inspirando a otras comunicadoras a conectar con sus audiencias de manera creativa y sobre todo, crítica.

Los personajes que encarnaba Garzón eran una clara muestra de su profunda conexión con las condiciones y las preocupaciones del pueblo colombiano: la corrupción, la violencia, el narcotráfico, la politiquería, todas puestas en contexto y atendiendo a la coyuntura política del país. El acierto con que expresaba lo que quería decir desde el papel de un vigilante, un embolador, una cocinera y muchos otros personajes, hablaba muy bien de su capacidad de analizar, de sintetizar, de cuestionar y finalmente de decodificar todo eso en expresiones coloquiales que cualquiera pudiese entender. Nos enseña a los comunicadores que hablar de las realidades cotidianas en lenguajes sencillos y entendibles, es clave para crear contenido significativo que impulse la movilización ciudadana.

Las demandas sociales eran el guión de Jaime Garzón. No solo en sus personajes, sino también en su propia palabra, Jaime defendió la justicia social y los derechos humanos, era un portavoz de las necesidades de la gente, así demostraba la importancia que tiene la comunicación para promover la equidad y caminar hacia un país en paz. Su legado inspira a apoyar las justas luchas del pueblo, porque, así mismo, se ha convertido en un símbolo de resistencia. Su rostro pintado en paredes; su nombre puesto en colegios, cátedras, escuelas populares; su trabajo homenajeado constantemente, nos recuerdan la necesidad de transformar el país en el que vivimos y la muerte de liderazgos sociales que a diario nos cuestan esta tarea.

Fue un valiente, sin duda, porque conociendo las condiciones de violencia en el país, sabiendo los velos que quitaba con sus intervenciones, todo esto, a pesar de los riesgos, Garzón desafió a los poderes políticos establecidos, expresó sus convicciones con valentía y defendió la verdad, la primera víctima en situaciones de guerra. Jaime temía por su vida, sentía la muerte cerca y así fue como el 13 de agosto de 1999 fue asesinado por su aguda sátira política y su muerte se convirtió en un trágico símbolo de la lucha por la verdad.

A 25 años del asesinato de Jaime Garzón, su memoria vive, sus anhelos afloran y la determinación en la labor que ejercía aún inspira a comunicadores y a las masas críticas a mantenerse firmes en sus principios y en transformar la realidad de nuestro país.

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